Mil Otoños es la traducción del título en inglés, The thousand autumns of Jacob deZoet. Se pierde un poco en la traducción pero la idea queda. No es que Jacob deZoet (el protagonista) sea inmortal y viva mil otoños, sino que Japón es llamada "la tierra de los mil otoños", en parte por su clima y en parte por algo bucólico en su cultura que remite a lo otoñal.
A simple vista, si uno lee la sinopsis de este libro, parecería algo aburrido y anodino. Un oficial de la Compañía de las Indias Holandesa del siglo XVIII (compañía que traficaba con el Oriente, al igual que la Compañía de las Indias inglesa) se encuentra atrapado en una pequeña isla artificial de Japón llamada Dejima, un lugar fuera de la ley del Imperio Japonés, único lugar donde el Imperio se permite negociar con los occidentales (holandeses, ingleses, etc) que pretenden llevarse las riquezas de la tierra del Sol Naciente. Pero Jacob deZoet es un alma un poco más sensible que sus cuasi-corsarios compañeros y se enamora de una mujer local, una joven que aspira a practicar la medicina, aprendiendo de un médico extranjero. El problema es que no se permite el contacto con la mujeres japonesas, sólo con prostitutas. Y Jacob tiene otra tarea más acuciante, la de auditar lo que venía sucediendo en Dejima para descubrir pruebas de la corrupción de sus propios superiores.
Hasta acá, parece una novela histórica romántica sobre la división entre los mundos/culturas y cómo romper esas barreras. Algo cursi. Nada más lejos de este libro que ese adjetivo.
La genialidad del autor (que es el mismo de Cloud Atlas, que fue convertida en una aceptable película hace unos años) es cómo convierte una novela que podía tener gusto a comida recalentada en una historia hermosa. Esto lo logra adoptando en parte el estilo de relato japonés (de prosa simple pero muy expresiva en su sutileza) y tomando elementos de la poesía japonesa llamada Haiku. Así, la historia de cómo Jacob deZoet aprende sobre la cultura de la mujer que ama se vuelve un pasaje de la literatura occidental a la japonesa. Todo esto envuelto en secciones con mucho humor y otras de extrema belleza en la prosa. Por ejemplo, este párrafo en el que describe la muerte de un personaje (la traducción es mía):
"El corazón de ------ se detiene. El pulso de la tierra late contra su oído.
Una pulgada más allá hay una piedra de Go, perfecta y suave...
una mariposa negra se posa en la piedra blanca y despliega sus alas."
Como novela histórica, podría parecer un poco floja, porque si bien es detallada (se nota que el autor investigó el tema) y te mete en ese período, generalmente los lectores de novelas históricas buscan una lectura más larga y densa, repleta de detalles nimios que ayudan a transportar al lector (contrastarlo, por ejemplo, con la novela histórica más clásica de un occidental sobre Japón, Shogun de James Clavell, que es un libraco enorme y densísimo en su trama y descripciones). Pero este libro no aspira a ser "la novela definitiva de un occidental sobre la cultura japonesa" sino que aspira a una literatura mayor en sus pretensiones de estilo y a su vez menor en su pretensión de reflejar "la totalidad de la cultura". No hace antropología cultural, sino que refleja la cultura japonesa como lo haría un observador único, como ese Jacob deZoet que aprende lo que le interesa del lenguaje japonés, lo necesario para poder hablar con su amada, que ve lo que le interesa y no pretende ser absorbido por esa otra cultura, sino, meramente, entenderla para poder entender por qué ama a esa mujer.
Puntaje completamente subjetivo: 9/10
Te va a gustar si te gustan:
A simple vista, si uno lee la sinopsis de este libro, parecería algo aburrido y anodino. Un oficial de la Compañía de las Indias Holandesa del siglo XVIII (compañía que traficaba con el Oriente, al igual que la Compañía de las Indias inglesa) se encuentra atrapado en una pequeña isla artificial de Japón llamada Dejima, un lugar fuera de la ley del Imperio Japonés, único lugar donde el Imperio se permite negociar con los occidentales (holandeses, ingleses, etc) que pretenden llevarse las riquezas de la tierra del Sol Naciente. Pero Jacob deZoet es un alma un poco más sensible que sus cuasi-corsarios compañeros y se enamora de una mujer local, una joven que aspira a practicar la medicina, aprendiendo de un médico extranjero. El problema es que no se permite el contacto con la mujeres japonesas, sólo con prostitutas. Y Jacob tiene otra tarea más acuciante, la de auditar lo que venía sucediendo en Dejima para descubrir pruebas de la corrupción de sus propios superiores.
Hasta acá, parece una novela histórica romántica sobre la división entre los mundos/culturas y cómo romper esas barreras. Algo cursi. Nada más lejos de este libro que ese adjetivo.
La genialidad del autor (que es el mismo de Cloud Atlas, que fue convertida en una aceptable película hace unos años) es cómo convierte una novela que podía tener gusto a comida recalentada en una historia hermosa. Esto lo logra adoptando en parte el estilo de relato japonés (de prosa simple pero muy expresiva en su sutileza) y tomando elementos de la poesía japonesa llamada Haiku. Así, la historia de cómo Jacob deZoet aprende sobre la cultura de la mujer que ama se vuelve un pasaje de la literatura occidental a la japonesa. Todo esto envuelto en secciones con mucho humor y otras de extrema belleza en la prosa. Por ejemplo, este párrafo en el que describe la muerte de un personaje (la traducción es mía):
"El corazón de ------ se detiene. El pulso de la tierra late contra su oído.
Una pulgada más allá hay una piedra de Go, perfecta y suave...
una mariposa negra se posa en la piedra blanca y despliega sus alas."
Como novela histórica, podría parecer un poco floja, porque si bien es detallada (se nota que el autor investigó el tema) y te mete en ese período, generalmente los lectores de novelas históricas buscan una lectura más larga y densa, repleta de detalles nimios que ayudan a transportar al lector (contrastarlo, por ejemplo, con la novela histórica más clásica de un occidental sobre Japón, Shogun de James Clavell, que es un libraco enorme y densísimo en su trama y descripciones). Pero este libro no aspira a ser "la novela definitiva de un occidental sobre la cultura japonesa" sino que aspira a una literatura mayor en sus pretensiones de estilo y a su vez menor en su pretensión de reflejar "la totalidad de la cultura". No hace antropología cultural, sino que refleja la cultura japonesa como lo haría un observador único, como ese Jacob deZoet que aprende lo que le interesa del lenguaje japonés, lo necesario para poder hablar con su amada, que ve lo que le interesa y no pretende ser absorbido por esa otra cultura, sino, meramente, entenderla para poder entender por qué ama a esa mujer.
Puntaje completamente subjetivo: 9/10
Te va a gustar si te gustan:
- Las historias de amor un poco trágicas.
- Las novelas históricas.
- La literatura japonesa (si te gusta Murakami o Oé o Ishiguro, te va a gustar).
- Las historias de "extranjero inmerso en una cultura que le es completamente ajena".
- La prosa con tintes poéticos.
- La buena literatura.