Los Libros Mutantes
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Así fue como llegué al puesto 2 de ventas en Amazon España (y como caí estrepitosamente después)

3/16/2012

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Bueno, el título es un poco engañoso. Aceptálo. Ésas son las reglas del marketing, inflar las cosas con helio. Pero seguí leyendo. Eso es lo importante, el gancho, como en cualquier novela.

En el post anterior mencioné que es muy importante poder definir tu obra en un párrafo, una frase, en dos palabras. Por eso lo aclaro nuevamente, porque hay que ser repetitivo con las cosas importantes. Dejá tu novela y pensá en esto. Al terminar tu primer borrador deberías poder despegarte emocionalmente un poco (a mí me sirve dejar enfriar la novela en un cajón por al menos un mes y ni pensar en ella) para poder definir qué carajo acabás de escribir.

De mi primer novela, La Colonia, fui capaz de escribir un párrafo que luego usé como texto de descripción de la novela en Amazon:

 
“En la tradición de autores como Ursula LeGuin e Isaac Asimov, esta es la historia de un joven descubriendo algo desconocido para su pueblo: el miedo, y todo el poder contenido en él. Cuando Arlan descubre la desaparición del ganado del pueblo, el miedo se apodera de los habitantes de La Colonia, y el límite entre la paranoia y la amenaza latente empieza a desdibujarse. ¿Cómo actuará todo un pueblo ante el peligro, una palabra desconocida para ellos? ¿Quién se erigirá en héroe, y quién en monstruo?”

No es perfecta. De hecho no estoy del todo conforme, pero es lo mejor que pude hacer hasta ahora. Hay dos puntos a destacar:
 

1.        Hacer referencia al género. Acá hice trampa, y como no soy un autor reconocido aún, me colgué de los ropajes de dos íconos como LeGuin y Asimov. No quiero decir que esté a su nivel, ni a palos, pero lo importante es generar en el lector una intriga. ¿Por qué hacer referencia a esos dos autores en particular? ¿Qué tienen en común? Fíjense que sin mencionar el género estoy indicando un cruce entre la ciencia ficción y la fantasía, y cierta noción futurista-utópica. Creo que funciona mejor que simplemente decir que es una mezcla de fantasía y ciencia ficción.

2.        Palabras claves (ganchos emocionales): joven-descubriendo (idea de viaje iniciático), miedo-desaparición (idea de misterio), paranoia-peligro (idea de conflictividad social), dualidad héroe-monstruo. Ahí mismo, con esas pocas palabras, estoy definiendo un público, interesado idealmente en este tipo de historias que interpelan al lector desde un lugar de cuestionamiento de los roles sociales ante una situación límite.

 
Ahora, ya teniendo armado el párrafo descriptivo, tomás esas mismas palabras claves y las usás como keywords en tu página web (en el metadata o como tags de tus posts… mmm, voy a tener que escribir un post entero sobre este tema, así que por ahora creéme, es importante). Y esas palabras las podés usar como tags en tu descripción de producto de Amazon, para que la gente pueda encontrar tu novela al buscar palabras como “ciencia ficción”, “fantasía”, o “utopía”.

Volvamos para atrás. Como relaté en el post anterior “Así fue como llegué a publicar”, una vez que la novela estuvo terminada y corregida, me propuse publicarla online, por medio de Createspace, Amazon KDP y Smashwords. Por ahora sigo nomás con las versiones digitales. Createspace es un tema aparte, al ser libros impresos a demanda, no tengo gran experiencia vendiendo por ese medio. La gente se arriesga menos a comprar un libro en papel a 10 dólares que un ebook a 1, 2 o 3. Así es la vida. Qué hijos de puta estos lectores… bue, yo tampoco compraría un libro de un desconocido a ese precio, la verdad, además de sumarle los gastos de envío. Lamentablemente, es así.

Bueno, de vuelta a publicar los ebooks: Después de formatear el texto para que se refleje bien en formato kindle (mobi), epub, pdf, etc (acá Smashwords te ayuda bastante porque te marca los errores y tiene un manual de estilo), lo subí a ambas plataformas. Ya había diseñado una tapa, basada en una pintura encargada a una artista que me la hizo a muy buen precio (básicamente gratis, si mi mamá me cobraba por pintarme un cuadro, habría sido un papelón) y retocada bastante. La verdad, que quedó bastante potable, pero no es una tapa profesional. Una de esas sale plata. Uno de estos días me voy a pagar una más linda, ya que es muy importante. Todo el mundo juzga al libro por la tapa. Si bien una tapa demasiado producida y photoshopeada a mí me produce rechazo, porque ya empiezo a sospechar que si invirtieron tanto tiempo en la tapa el resto debe ser un desastre (excepto algunas honrosas excepciones), la verdad es que lo que vende es la tapa, a lo que se suma un buen texto descriptivo. Esto es lo que hacemos todos en la librería para elegir un libro:
  
1.        (opcional) ¡Uh, qué bueno, salió otro libro de Pepito el escritor ése que vive en una cueva abajo del agua y come una vez al mes!

2.        ¡Uh, qué buena tapa! / ¡Uh, qué tapa pedorra!

3.        A ver qué dice atrás… no vaya a ser una historia sobre los desafíos intelectuales de un agricultor de papas durante la hambruna irlandesa de 1800…

4.        ¿Cuánto me van a cobrar por esto?

5.        Bueno, lo llevo, de última si es malo se lo regalo a alguien para el cumpleaños.

 

Ya con una tapa potable (realmente, es increíble el nivel patético de la mayoría de las tapas de autores independientes, muchas parecen hechas por un niño hiperactivo y daltónico con Paint) y el texto bien formateado, es cuestión de llenar la descripción del libro, género, tags, y listo. Después sólo queda definir el precio.

El precio es un tema de amplia discusión. No voy a debatir los méritos literarios de obras de menor o mayor valor económico, o si vender un libro a 0.99 es el equivalente a dispararse con una .38 en el dedo del pie. Sólo voy a contar la realidad que yo experimenté.

Empecé ofreciendo mi libro a 4.99 (siempre hablo de dólares). Obvio que no vendí un carajo. No me reconocía ni mi madre (ah, no, pobre, ella sí, me hizo la tapa).

Después bajé mis pretensiones de “querer ganar 100 pesos con mi libro” a “bueno, intentaré no perder plata, básicamente”. Si, se puede llegar más bajo.

Entonces puse mi libro a 0.99, y lo tuve así unos meses sin vender nada. Y un día, entrando al panel de usuario de autor de KDP de Amazon, verifiqué que había vendido un libro. Casi muero de la emoción. No, en serio, casi me atraganto con la ensalada de frutas. Hasta ese momento, sólo había logrado que un par de personas leyeran mi libro (familiares cercanos. Mis amigos de toda la vida lo esquivaron como a la peste. Esas cosas pasan más seguido de lo que parece, a más de un autor) y lo había puesto como gratis un par de días en Smashwords y lo había promocionado por Facebook y Twitter. Pero claro, si tenés 100 contactos en esas redes sociales, tampoco vas a tener muchos lectores.

En resumen, me habían leído unas 10 personas, y sólo 1 había puesto plata para leerla. No es una proporción buena económicamente (de Marx a Krugman cualquier economista me diría que me dedique a la horticultura que tiene una mejor relación esfuerzo-beneficio), pero lo crean o no, es casi una proporción sagrada. Es como la proporción áurea. Se repite en el universo. Como autor desconocido, tenés que lograr que te lean 10 gratis por cada 1 que te paga. Y si sos famoso, 1 te va a pagar y 10 te van a piratear. Apesta, pero, de nuevo, es así la vida. Mejor no patalear como los llorones de Lucía Etxebarría (cough-plagia-cough-dora) o Marcelo Birmajer que no entendieron nada sobre la realidad del mundo post-banda ancha. La gente te va a dar plata si vos hacés algo potable, pero no todos te van a dar plata, ni te van a dar la plata que vos querés. Pero si sos un “artista” y te quejás porque te lee mucha gente… la verdad, dudo de tu inteligencia, además de dudar de tu ética artística. Si alguien te lee, aunque sea gratis, y le gustó lo que hiciste, es bastante probable que compre tu próxima obra (la gente en general, es buena. Sí, señor juez, me atengo a esa declaración) o que al menos se lo sugiera a otro.
  
Ésa es la piedra angular de la economía actual de los ebooks. Dale algo gratis a alguien, y rezá para que te pague por lo siguiente. Es como los vendedores de droga pero con un producto menos científicamente probado como adictivo.

Convencido de este hecho simple, decidí unirme a KDP Select. Este programa es básicamente un arma buenísima para Amazon. Básicamente, si ponés tu libro en KDP Select, le das exclusividad de venta de tu ebook a Amazon por al menos 3 meses y a cambio Amazon se lo ofrece como “préstamo” a sus usuarios “Prime”y te paga un porcentaje por ese préstamo. Hasta acá, beneficia a Amazon más que nada, ya que le caga el negocio a Barnes and Noble, Smashwords, etc. Pero la realidad es que tenía mi libro en Smashwords y todas sus plataformas asociadas y no había vendido nada. En Amazon por lo menos había vendido uno. Así que me anoté por 3 meses en KDP Select, cuyo beneficio principal es poder hacer promociones, o sea, ofrecer tu libro gratis por 5 días en el lapso de esos 3 meses. Ésta es el arma secreta.
  
Básicamente, la gente te va a comprar en Amazon si te encuentra. Y si tu libro está en la sección “ciencia ficción” pero en el puesto 5892, es medio jodido que te encuentren. La gente se cansa de darle a “next”y generalmente se enfoca en los libros que están entre los primeros 50, o a lo sumo 100, de cada género. Para lograr subir puestos, es necesario generar visibilidad. Y para eso, nada mejor que generar ruido, logrando que mucha gente descargue tu libro. De esa manera, ofrecí mi libro gratis por dos días seguidos, y tuve unas 30 descargas gratuitas. Y después viene la magia. Por algún motivo que aún no comprendo bien, después de un período de regalar tu libro, tus ventas aumentan. Una de dos: o alguien ve tu libro entre los libros gratuitos y llega tarde a la oferta y termina comprándolo, o simplemente, la visibilidad queda latente en la mente de algunos usuarios y al ver tu libro de nuevo, lo compran. No sé, la gente es rara. Pero después de regalar 30 libros, vendí 5. O sea, mucho más de lo que habría vendido si no hacía nada. Al ponerlo gratis y lograr bastantes descargas, mi libro se catapultó a los primeros 50 libros del ranking de libros gratuitos en español de Amazon US y Amazon ES. Y después de que la gente comprara mi libro varias veces, empecé a subir en el ranking de libros pagos.

 Acá aclaro el título de mi post: después de ofrecer mi libro un par de veces más, y lograr vender unos 30 en total, logré subir en los rankings de libros pagos hasta el n° 2 de libros (de ciencia ficción y fantasía, no del ranking general. Si no, ya tendría más plata) de Amazon España. Eso duró un día, más o menos. Básicamente, Amazon es una montaña rusa. Cuando vendés un libro, se pone re contento el duende (algoritmo para los nerds) que calcula qué tan interesante es tu libro, y se pega un viaje lisérgico hasta un puesto alto en el ranking. Después, le pega la depresión post-droga, y al ver que al día siguiente no te compraron nada, se copa con otro libro y se olvida de vos, haciéndote caer. Es medio raro, y no sé si es del todo justo, pero funciona bien para que los rankings no se estanquen y para que gente como yo pueda, aunque sea por poco tiempo, escalar posiciones y ganar visibilidad. Lo que pasa es que es un trabajo contínuo mantenerse en un puesto alto.
  
Pero al menos por un día, estuve justo debajo de Tolkien en el ranking y arriba de Asimov, así que con eso casi que puedo morir en paz. Ah, no, tengo que seguir escribiendo esta columna… bueno, dénme una semana y sigo con la parte 3: Así fue como empecé a aprender el negocio de vender

 

 

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Así fue como llegué a publicar (parte 1)

3/4/2012

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El camino a la publicación es, para cualquier escritor, un camino mayormente solitario y más o menos tortuoso. Hago esta afirmación con confianza pero sólo asumo que es así, ya que como la mayoría de los autores no comparten sus experiencias iniciáticas una vez que llegan a ser autores reconocidos, el núbil escritor tiene pocos asideros a su alrededor que le digan si está sólo en su lucha, si otros han hecho lo mismo y los ha llevado al éxito, si otros han pasado por las mismas tribulaciones o si un Alan Pauls o un Ian McEwan (por nombrar dos autores completamente al azar) surgen como “nombres de marca” de escritor por efecto de un proceso largo y arduo o si surgen de un repollo metafísico-literario que con ritmo de relojería produce escritores famosos y los escupe al mercado.

Por eso, y sin creer que mi experiencia sea la más ejemplar, les voy a contar en esta serie de artículos cómo fue mi camino a la publicación (que es siempre un proceso, nunca se puede decir que “llegaste” y tu trabajo está terminado. A menos que escribas algo que apele al mínimo común denominador de los lectores como “Twilight” y tengas más marketing que horas de escritura. Pero estoy divagando, así que mejor cierro el paréntesis).

¿Qué me habilita a darle consejos a otros? Nada, realmente, excepto la buena leche de querer ayudar a otros que estuvieron/están tan perdidos como yo en este camino. Eso, y haber hecho lo más importante de todo el maldito proceso. Sentarse y escribir realmente el libro que tenés en la cabeza.

Mi proceso para escribir mi novela Así fue como perdí la luz del Sol (de próxima aparición a través de una editorial muy conocida que no será nombrada por ahora para no echarme mal de ojo).

1)      Buscar un lugar cómodo para escribir y empezar a escribir.

2)      Dudar y dar vueltas con la historia durante 5 años.

3)      Terminar el puto libro.

Ése fue, más o menos, mi proceso. Pero a mi novela anterior La Colonia la escribí en un mes y estuve corrigiéndola unos cuatro meses. Así que no hay un proceso estándar, cada autor tiene su proceso, y yo soy un ferviente creyente de que, aún más, cada libro requiere un proceso completamente diferente. En eso soy medio freak, cambio de modo de planificar (o no planificar) la historia, cambio de procesador de texto o software de escritura, cambio de estilo y tono, cambio de hábitos de escritura.

No voy a hablar más del proceso de escritura en sí por ahora. Si te tomás en serio el ser un escritor, vas a encontrar tu propio método. Quizás en otro post me explaye más sobre mis métodos, pero por ahora quiero seguir con el tema de la publicación.

¿Qué hacer cuando ya terminé mi libro?

Si no lo hiciste antes de escribirlo, tenés que empezar a pensar en tu público. Deberías haberlo hecho antes, realmente. Pero bué, si no lo hiciste tampoco te vas a disparar en la pierna, no es tan grave. Pero sí es importante saber a dónde apuntar para maximizar tus posibilidades de publicación.

Lo más difícil (al menos para mí) pero lo más importante, es poder definir tu obra. Todos, excepto los más cínicos escritores mercenarios, creemos que nuestra obra tiene un valor artístico indefinible, no categorizable, supremo, no entendible para la mayoría de los lectores. Ése es el principal demonio a exorcizar de nuestra mente. A mí me tomó años. Hasta que superé mi orgullo y me puse a leer lo que decían otros escritores en desarrollo.

Poder definir tu obra en un par de párrafos, luego en una sóla oración, y luego en una o dos palabras (definir su género) es lo más difícil a veces.

Es imposible saber qué hacer con la pila de hojas impresas que tenés en la mano si no sabés a donde apuntar. No es lo mismo decir “quiero publicar esta masa de brillantes incoherencias que desafía los géneros y tiene raíces filosóficas” que decir “quiero publicar mi novela de ciencia ficción utópica”. Toda simplificación elimina matices y es injusta. Pero es absolutamente necesaria. Hay que saber qué estamos vendiendo, y para ello hay que ponerse en el lugar del lector al que le podría interesar tu novela. Nadie le compra al vendedor ambulante que duda y no está convencido de lo que vende, al que está deprimido y te mira con mala cara. Sí le comprás al que es simpático, o te hace creer que necesitás lo que tiene, o que insiste con buena cara. Por eso, lo más importante para llegar a ser publicable (más allá  de la calidad más o menos objetiva de tu obra) es a quién se le puede vender.

Mi primer error fue mandar mi novela La Colonia a un premio de literatura bastante popular en Argentina (que no será mencionado por las dudas, yo que sé). Quizás si mi obra fuera el próximo 1984 podría haber ganado ese concurso. Pero la realidad objetiva es que, viendo a los ganadores de ese premio de la última década, todos tenían algo en común: historias que más o menos reflejaban cierta realidad del país, ciertas cuestiones sociológicas o tocaban algún punto que lo hacía tener atractivo masivo. Tampoco me puse a hacer un estudio de marketing serio, pero uno se da cuenta que era una liga completamente diferente. Ni mejor ni peor, diría, pero sí hay géneros como la ciencia ficción que muy raramente ganan algún concurso “general” de literatura en el mundo. Para eso hay premios específicos por género.

Así que le había pifiado. Tampoco me iba a deprimir, mi novela era una entre cientos de candidatas, y tampoco consideraba que a esa altura de mi desarrollo como novelista (hay que ser humilde) ésa fuera mi obra cumbre, y que si fallaba con ella, no tenía nada más que hacer y debería renunciar a la idea de vivir de la escritura.

Así que me puse a ver mis opciones. Mandé un par de mails a editoriales específicas del género (sin éxito) y me di cuenta que ninguna de esas editoriales de literatura fantástica o de ciencia ficción en español recibía manuscritos. O sea, sólo editaban a gente ya conocida, el viejo juego de huevo/gallina de la industria literaria.

Entonces me decidí a probar por mi cuenta. Exploré la opción de imprimir mi libro en alguna editorial local y pagar yo los costos, pero las opciones que encontré eran caras para mi bolsillo y no me lo podía permitir, no sin alguna certeza de éxito. Otros han transitado ese camino con mayor o menor éxito, pero para mi obra, para ese libro, en ese momento, y con mi red de contactos, no era una buena idea. Lo podés hacer cuando ya tenés alguna estructura de distribución o lectores cautivos disponibles, pero yo no tenía.

Entonces me di cuenta (bah, ya lo sabía) que había mucho más mercado para ese género en EEUU y España. Y me propuse a auto publicar, por impresión a demanda y en ebook, para esos dos mercados. Así que fui a Createspace (una empresa de Amazon) a publicar mi novela para impresión a demanda para EEUU (habiendo ganado NaNoWriMo en el 2009, me daban una copia gratis de mi novela impresa) y tuve que pasar por todo el proceso de formateo para impresión, y diseño de tapa. Proceso complejo que merece otro post. Pero al final del asunto, terminé con un producto bastante profesional, que salió a la venta en EEUU por Amazon. Y después, hice lo mismo para su publicación como ebook a través de Amazon KDP (que te permite distribuir tu ebook por Amazon en todas sus tiendas online internacionales) y en Smashwords, que te permite distribuir el ebook para Barnes y Noble y su Nook Reader, para Sony con su Kobo, y en un montón de sitios más, incluso para Apple.

¡Wow, qué groso! ¿Hiciste todo eso? ¿Y cuánto vendiste?

Y ahí viene la realidad, como un muro de piedra a 200 km por ahora.

No vendí nada por un año.

Si, es bastante difícil que alguien te compre si no sos conocido. Es el mismo huevo/gallina de las editoriales.  De eso me tuve que dar cuenta. Pero! Pero! Pero por lo menos, el lector corre menos riesgo que una editorial. Y de a poco, y si uno hace ciertas cosas bien y le pone mucho trabajo, los lectores empiezan a llegar.

En el próximo post: Así fue como llegué al puesto 2 de ventas en Amazon España (y como caí estrepitosamente después)

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