El camino a la publicación es, para cualquier escritor, un camino mayormente solitario y más o menos tortuoso. Hago esta afirmación con confianza pero sólo asumo que es así, ya que como la mayoría de los autores no comparten sus experiencias iniciáticas una vez que llegan a ser autores reconocidos, el núbil escritor tiene pocos asideros a su alrededor que le digan si está sólo en su lucha, si otros han hecho lo mismo y los ha llevado al éxito, si otros han pasado por las mismas tribulaciones o si un Alan Pauls o un Ian McEwan (por nombrar dos autores completamente al azar) surgen como “nombres de marca” de escritor por efecto de un proceso largo y arduo o si surgen de un repollo metafísico-literario que con ritmo de relojería produce escritores famosos y los escupe al mercado.
Por eso, y sin creer que mi experiencia sea la más ejemplar, les voy a contar en esta serie de artículos cómo fue mi camino a la publicación (que es siempre un proceso, nunca se puede decir que “llegaste” y tu trabajo está terminado. A menos que escribas algo que apele al mínimo común denominador de los lectores como “Twilight” y tengas más marketing que horas de escritura. Pero estoy divagando, así que mejor cierro el paréntesis).
¿Qué me habilita a darle consejos a otros? Nada, realmente, excepto la buena leche de querer ayudar a otros que estuvieron/están tan perdidos como yo en este camino. Eso, y haber hecho lo más importante de todo el maldito proceso. Sentarse y escribir realmente el libro que tenés en la cabeza.
Mi proceso para escribir mi novela Así fue como perdí la luz del Sol (de próxima aparición a través de una editorial muy conocida que no será nombrada por ahora para no echarme mal de ojo).
1) Buscar un lugar cómodo para escribir y empezar a escribir.
2) Dudar y dar vueltas con la historia durante 5 años.
3) Terminar el puto libro.
Ése fue, más o menos, mi proceso. Pero a mi novela anterior La Colonia la escribí en un mes y estuve corrigiéndola unos cuatro meses. Así que no hay un proceso estándar, cada autor tiene su proceso, y yo soy un ferviente creyente de que, aún más, cada libro requiere un proceso completamente diferente. En eso soy medio freak, cambio de modo de planificar (o no planificar) la historia, cambio de procesador de texto o software de escritura, cambio de estilo y tono, cambio de hábitos de escritura.
No voy a hablar más del proceso de escritura en sí por ahora. Si te tomás en serio el ser un escritor, vas a encontrar tu propio método. Quizás en otro post me explaye más sobre mis métodos, pero por ahora quiero seguir con el tema de la publicación.
¿Qué hacer cuando ya terminé mi libro?
Si no lo hiciste antes de escribirlo, tenés que empezar a pensar en tu público. Deberías haberlo hecho antes, realmente. Pero bué, si no lo hiciste tampoco te vas a disparar en la pierna, no es tan grave. Pero sí es importante saber a dónde apuntar para maximizar tus posibilidades de publicación.
Lo más difícil (al menos para mí) pero lo más importante, es poder definir tu obra. Todos, excepto los más cínicos escritores mercenarios, creemos que nuestra obra tiene un valor artístico indefinible, no categorizable, supremo, no entendible para la mayoría de los lectores. Ése es el principal demonio a exorcizar de nuestra mente. A mí me tomó años. Hasta que superé mi orgullo y me puse a leer lo que decían otros escritores en desarrollo.
Poder definir tu obra en un par de párrafos, luego en una sóla oración, y luego en una o dos palabras (definir su género) es lo más difícil a veces.
Es imposible saber qué hacer con la pila de hojas impresas que tenés en la mano si no sabés a donde apuntar. No es lo mismo decir “quiero publicar esta masa de brillantes incoherencias que desafía los géneros y tiene raíces filosóficas” que decir “quiero publicar mi novela de ciencia ficción utópica”. Toda simplificación elimina matices y es injusta. Pero es absolutamente necesaria. Hay que saber qué estamos vendiendo, y para ello hay que ponerse en el lugar del lector al que le podría interesar tu novela. Nadie le compra al vendedor ambulante que duda y no está convencido de lo que vende, al que está deprimido y te mira con mala cara. Sí le comprás al que es simpático, o te hace creer que necesitás lo que tiene, o que insiste con buena cara. Por eso, lo más importante para llegar a ser publicable (más allá de la calidad más o menos objetiva de tu obra) es a quién se le puede vender.
Mi primer error fue mandar mi novela La Colonia a un premio de literatura bastante popular en Argentina (que no será mencionado por las dudas, yo que sé). Quizás si mi obra fuera el próximo 1984 podría haber ganado ese concurso. Pero la realidad objetiva es que, viendo a los ganadores de ese premio de la última década, todos tenían algo en común: historias que más o menos reflejaban cierta realidad del país, ciertas cuestiones sociológicas o tocaban algún punto que lo hacía tener atractivo masivo. Tampoco me puse a hacer un estudio de marketing serio, pero uno se da cuenta que era una liga completamente diferente. Ni mejor ni peor, diría, pero sí hay géneros como la ciencia ficción que muy raramente ganan algún concurso “general” de literatura en el mundo. Para eso hay premios específicos por género.
Así que le había pifiado. Tampoco me iba a deprimir, mi novela era una entre cientos de candidatas, y tampoco consideraba que a esa altura de mi desarrollo como novelista (hay que ser humilde) ésa fuera mi obra cumbre, y que si fallaba con ella, no tenía nada más que hacer y debería renunciar a la idea de vivir de la escritura.
Así que me puse a ver mis opciones. Mandé un par de mails a editoriales específicas del género (sin éxito) y me di cuenta que ninguna de esas editoriales de literatura fantástica o de ciencia ficción en español recibía manuscritos. O sea, sólo editaban a gente ya conocida, el viejo juego de huevo/gallina de la industria literaria.
Entonces me decidí a probar por mi cuenta. Exploré la opción de imprimir mi libro en alguna editorial local y pagar yo los costos, pero las opciones que encontré eran caras para mi bolsillo y no me lo podía permitir, no sin alguna certeza de éxito. Otros han transitado ese camino con mayor o menor éxito, pero para mi obra, para ese libro, en ese momento, y con mi red de contactos, no era una buena idea. Lo podés hacer cuando ya tenés alguna estructura de distribución o lectores cautivos disponibles, pero yo no tenía.
Entonces me di cuenta (bah, ya lo sabía) que había mucho más mercado para ese género en EEUU y España. Y me propuse a auto publicar, por impresión a demanda y en ebook, para esos dos mercados. Así que fui a Createspace (una empresa de Amazon) a publicar mi novela para impresión a demanda para EEUU (habiendo ganado NaNoWriMo en el 2009, me daban una copia gratis de mi novela impresa) y tuve que pasar por todo el proceso de formateo para impresión, y diseño de tapa. Proceso complejo que merece otro post. Pero al final del asunto, terminé con un producto bastante profesional, que salió a la venta en EEUU por Amazon. Y después, hice lo mismo para su publicación como ebook a través de Amazon KDP (que te permite distribuir tu ebook por Amazon en todas sus tiendas online internacionales) y en Smashwords, que te permite distribuir el ebook para Barnes y Noble y su Nook Reader, para Sony con su Kobo, y en un montón de sitios más, incluso para Apple.
¡Wow, qué groso! ¿Hiciste todo eso? ¿Y cuánto vendiste?
Y ahí viene la realidad, como un muro de piedra a 200 km por ahora.
No vendí nada por un año.
Si, es bastante difícil que alguien te compre si no sos conocido. Es el mismo huevo/gallina de las editoriales. De eso me tuve que dar cuenta. Pero! Pero! Pero por lo menos, el lector corre menos riesgo que una editorial. Y de a poco, y si uno hace ciertas cosas bien y le pone mucho trabajo, los lectores empiezan a llegar.
En el próximo post: Así fue como llegué al puesto 2 de ventas en Amazon España (y como caí estrepitosamente después)
Por eso, y sin creer que mi experiencia sea la más ejemplar, les voy a contar en esta serie de artículos cómo fue mi camino a la publicación (que es siempre un proceso, nunca se puede decir que “llegaste” y tu trabajo está terminado. A menos que escribas algo que apele al mínimo común denominador de los lectores como “Twilight” y tengas más marketing que horas de escritura. Pero estoy divagando, así que mejor cierro el paréntesis).
¿Qué me habilita a darle consejos a otros? Nada, realmente, excepto la buena leche de querer ayudar a otros que estuvieron/están tan perdidos como yo en este camino. Eso, y haber hecho lo más importante de todo el maldito proceso. Sentarse y escribir realmente el libro que tenés en la cabeza.
Mi proceso para escribir mi novela Así fue como perdí la luz del Sol (de próxima aparición a través de una editorial muy conocida que no será nombrada por ahora para no echarme mal de ojo).
1) Buscar un lugar cómodo para escribir y empezar a escribir.
2) Dudar y dar vueltas con la historia durante 5 años.
3) Terminar el puto libro.
Ése fue, más o menos, mi proceso. Pero a mi novela anterior La Colonia la escribí en un mes y estuve corrigiéndola unos cuatro meses. Así que no hay un proceso estándar, cada autor tiene su proceso, y yo soy un ferviente creyente de que, aún más, cada libro requiere un proceso completamente diferente. En eso soy medio freak, cambio de modo de planificar (o no planificar) la historia, cambio de procesador de texto o software de escritura, cambio de estilo y tono, cambio de hábitos de escritura.
No voy a hablar más del proceso de escritura en sí por ahora. Si te tomás en serio el ser un escritor, vas a encontrar tu propio método. Quizás en otro post me explaye más sobre mis métodos, pero por ahora quiero seguir con el tema de la publicación.
¿Qué hacer cuando ya terminé mi libro?
Si no lo hiciste antes de escribirlo, tenés que empezar a pensar en tu público. Deberías haberlo hecho antes, realmente. Pero bué, si no lo hiciste tampoco te vas a disparar en la pierna, no es tan grave. Pero sí es importante saber a dónde apuntar para maximizar tus posibilidades de publicación.
Lo más difícil (al menos para mí) pero lo más importante, es poder definir tu obra. Todos, excepto los más cínicos escritores mercenarios, creemos que nuestra obra tiene un valor artístico indefinible, no categorizable, supremo, no entendible para la mayoría de los lectores. Ése es el principal demonio a exorcizar de nuestra mente. A mí me tomó años. Hasta que superé mi orgullo y me puse a leer lo que decían otros escritores en desarrollo.
Poder definir tu obra en un par de párrafos, luego en una sóla oración, y luego en una o dos palabras (definir su género) es lo más difícil a veces.
Es imposible saber qué hacer con la pila de hojas impresas que tenés en la mano si no sabés a donde apuntar. No es lo mismo decir “quiero publicar esta masa de brillantes incoherencias que desafía los géneros y tiene raíces filosóficas” que decir “quiero publicar mi novela de ciencia ficción utópica”. Toda simplificación elimina matices y es injusta. Pero es absolutamente necesaria. Hay que saber qué estamos vendiendo, y para ello hay que ponerse en el lugar del lector al que le podría interesar tu novela. Nadie le compra al vendedor ambulante que duda y no está convencido de lo que vende, al que está deprimido y te mira con mala cara. Sí le comprás al que es simpático, o te hace creer que necesitás lo que tiene, o que insiste con buena cara. Por eso, lo más importante para llegar a ser publicable (más allá de la calidad más o menos objetiva de tu obra) es a quién se le puede vender.
Mi primer error fue mandar mi novela La Colonia a un premio de literatura bastante popular en Argentina (que no será mencionado por las dudas, yo que sé). Quizás si mi obra fuera el próximo 1984 podría haber ganado ese concurso. Pero la realidad objetiva es que, viendo a los ganadores de ese premio de la última década, todos tenían algo en común: historias que más o menos reflejaban cierta realidad del país, ciertas cuestiones sociológicas o tocaban algún punto que lo hacía tener atractivo masivo. Tampoco me puse a hacer un estudio de marketing serio, pero uno se da cuenta que era una liga completamente diferente. Ni mejor ni peor, diría, pero sí hay géneros como la ciencia ficción que muy raramente ganan algún concurso “general” de literatura en el mundo. Para eso hay premios específicos por género.
Así que le había pifiado. Tampoco me iba a deprimir, mi novela era una entre cientos de candidatas, y tampoco consideraba que a esa altura de mi desarrollo como novelista (hay que ser humilde) ésa fuera mi obra cumbre, y que si fallaba con ella, no tenía nada más que hacer y debería renunciar a la idea de vivir de la escritura.
Así que me puse a ver mis opciones. Mandé un par de mails a editoriales específicas del género (sin éxito) y me di cuenta que ninguna de esas editoriales de literatura fantástica o de ciencia ficción en español recibía manuscritos. O sea, sólo editaban a gente ya conocida, el viejo juego de huevo/gallina de la industria literaria.
Entonces me decidí a probar por mi cuenta. Exploré la opción de imprimir mi libro en alguna editorial local y pagar yo los costos, pero las opciones que encontré eran caras para mi bolsillo y no me lo podía permitir, no sin alguna certeza de éxito. Otros han transitado ese camino con mayor o menor éxito, pero para mi obra, para ese libro, en ese momento, y con mi red de contactos, no era una buena idea. Lo podés hacer cuando ya tenés alguna estructura de distribución o lectores cautivos disponibles, pero yo no tenía.
Entonces me di cuenta (bah, ya lo sabía) que había mucho más mercado para ese género en EEUU y España. Y me propuse a auto publicar, por impresión a demanda y en ebook, para esos dos mercados. Así que fui a Createspace (una empresa de Amazon) a publicar mi novela para impresión a demanda para EEUU (habiendo ganado NaNoWriMo en el 2009, me daban una copia gratis de mi novela impresa) y tuve que pasar por todo el proceso de formateo para impresión, y diseño de tapa. Proceso complejo que merece otro post. Pero al final del asunto, terminé con un producto bastante profesional, que salió a la venta en EEUU por Amazon. Y después, hice lo mismo para su publicación como ebook a través de Amazon KDP (que te permite distribuir tu ebook por Amazon en todas sus tiendas online internacionales) y en Smashwords, que te permite distribuir el ebook para Barnes y Noble y su Nook Reader, para Sony con su Kobo, y en un montón de sitios más, incluso para Apple.
¡Wow, qué groso! ¿Hiciste todo eso? ¿Y cuánto vendiste?
Y ahí viene la realidad, como un muro de piedra a 200 km por ahora.
No vendí nada por un año.
Si, es bastante difícil que alguien te compre si no sos conocido. Es el mismo huevo/gallina de las editoriales. De eso me tuve que dar cuenta. Pero! Pero! Pero por lo menos, el lector corre menos riesgo que una editorial. Y de a poco, y si uno hace ciertas cosas bien y le pone mucho trabajo, los lectores empiezan a llegar.
En el próximo post: Así fue como llegué al puesto 2 de ventas en Amazon España (y como caí estrepitosamente después)